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Deshidratación en Adultos Mayores: Un Reto para la Salud y el Bienestar

Con las altas temperaturas ya instaladas en el país, es fundamental poner atención a la deshidratación en los adultos mayores, un problema de salud que puede pasar desapercibido, pero con graves consecuencias si no se previene a tiempo.

La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, lo que afecta su capacidad para llevar a cabo funciones esenciales. En adultos mayores, este riesgo aumenta debido a que, disminuye su sensación de sed, aumenta la incontinencia por lo que evitan consumir líquidos y sufren cambios en su función renal, todos contribuyentes a que se aumente el riesgo de deshidratación.

Bárbara Espinoza, nutricionista de las residencias para el adulto mayor Senior Suites, explica que la deshidratación en los adultos mayores puede desencadenar graves complicaciones de salud. “Al estar deshidratado, estamos expuestos a complicaciones como: estreñimiento, infecciones urinarias, fatiga, debilidad muscular, mareos, alto riesgo de caídas”. Espinoza explica que, en casos de una deshidratación extendida, los problemas pueden continuar con confusión, delirio, hipotensión, calambres, etc.

La especialista señala que es crucial reconocer los principales síntomas, entre los que se encuentra: Boca seca, dolor de cabeza, piel agrietada, confusión y mareos, entre otros. Ante un episodio de deshidratación lo fundamental es ajustar los niveles de agua ya sea oral o intravenosa, según sea el caso.  

La especialista señala también que es fundamental saber detectar los síntomas de una deshidratación en personas mayores. Entre los principales síntomas podemos señalar: Boca seca, dolor de cabeza, piel agrietada, confusión y mareos, entre otros. Ante un episodio de deshidratación lo fundamental es ajustar los niveles de agua ya sea oral o intravenosa, según sea el caso.  

Para evitar una deshidratación siempre es mejor prevenir y mantener un nivel adecuado de hidratación, para esto se recomienda: 

  1. Beber agua regularmente: Consumir entre 6 y 8 vasos de agua al día, incluso si no se siente sed. Esto se vuelve aún más importante en la época del verano, donde nos deshidratamos a mayor velocidad.
  2. Incluir alimentos ricos en agua: Incorporar frutas y verduras como sandía, pepino, melón, tomate, berries, etc.
  3. Evitar bebidas deshidratantes: Las bebidas como el alcohol, el café o las bebidas azucaradas provocan el efecto inverso al deseado, por lo que en días de mucho calor es mejor evitarlas.
  4. Evitar exposición al calor extremo: evitar exponerse directo al sol entre las horas de mayor calor en la época de verano, es decir entre las 12:00 y 17:00 horas. 

La especialista enfatiza que ante un caso extremo de deshidratación se debe acudir de inmediato a un centro asistencial para la atención oportuna. 

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