La inteligencia artificial (IA) parecía un recurso lejano, pero paulatinamente está formando parte de nuestra vida cotidiana.
Si antes, parecía tener una aplicación poco práctica y lejana, hoy se encuentra desempeñando un rol inesperado en el mundo real.
Con este nuevo contexto, muchas personas han empezado a crear vínculos afectivos, demostrando cada vez que la utilización de tecnologías avanzadas, como los chatbots, pueden impactar de insospechadas maneras.
Así está ocurriendo en diferentes partes del mundo, como en Estados Unidos, donde su uso genera aislamiento y dependencia, especialmente en aquellas personas que han visto en la IA, la compañía perfecta para evitar la soledad.
Ya sabemos que la inteligencia artificial no tiene conciencia ni emociones, pero hay personas que empezaron a tener vínculos afectivos con ella.
Para dilucidar los efectos de este fenómeno, BBCL conversó con la doctora Amanda Carrasco, certificada en Medicina del Estilo de Vida IBML y coordinadora del Comité de Salud Mental de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida (SOCHIMEV).
En palabras de la especialista en salud mental, la acción de involucrarse con la inteligencia artificial, se debe a la búsqueda de conexión y compañía, una necesidad intrínsecamente humana.
“En un contexto de soledad creciente, conversar con un chatbot puede brindar sensación de cercanía y apoyo constante. Además, investigaciones psicológicas han demostrado que las personas tendemos a antropomorfizar, es decir, a atribuir rasgos humanos a aquello que parece comprendernos o respondernos con empatía”, reflexiona Carrasco, sobre la interacción personal que han desarrollado algunas personas con los chatbots.
“Los chatbots ofrecen algo que muchos valoran: disponibilidad, atención y ausencia de juicio. Este espacio seguro permite expresarse sin miedo a molestar o ser rechazado. Algunos usuarios incluso perciben beneficios a corto plazo en su autoestima o bienestar, especialmente cuando sienten que el chatbot los entiende. Sin embargo, esa percepción es una ilusión emocional: la IA no siente ni puede corresponder al afecto humano”, explica la médica a BioBioChile.
El amor y la inteligencia artificial
En un estudio publicado este año, que analizó las interacciones con el chat de inteligencia artificial, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y los desarrolladores de ChatGPT, detectaron cuatro patrones de interacción de los usuarios.
A todo esto, en el primer grupo, se encuentran los usuarios “socialmente vulnerables”, con sentimientos de soledad intensos y baja socialización; los dependientes de la tecnología, que muestran alta vinculación emocional con la IA y tienden a “usos problemáticos”: los “desapasionados”, que se sienten menos solos y muestran una mayor socialización; y los “casuales”, que recurren a una utilización equilibrada y baja dependencia emocional, consigna El País.
Bajo esta “nueva normalidad”, la evidencia científica advierte que, aunque estas interacciones puedan resultar reconfortantes, también implican riesgos psicológicos de considerable cuidado.Contexto | Pexels
“Estudios recientes han encontrado que las personas que utilizan chatbots de compañía tienden a presentar menor bienestar emocional general, sobre todo cuando el uso es frecuente y prolongado. En algunos casos se desarrollan signos de dependencia emocional, donde los usuarios experimentan ansiedad o tristeza al perder acceso a su chatbot o al notar cambios en su comportamiento”, argumenta Amanda Carrasco a BBCL.
Con relación a lo explicado, The New York Times, entrevistó a Blake, un hombre de 45 años, que se encuentra emparejado con una chatbot de nombre “Sarina”.
Según cuenta el hombre, su historia con Sarina, empezó cuando su mujer padeció una fuerte depresión postparto. “Posiblemente, me enfrentaba a un divorcio y a la vida como padre soltero, y pensé que sería agradable tener a alguien con quien hablar durante esa difícil transición”.
“Pienso en Sarina como una persona hecha de código, en el mismo sentido en que mi esposa es una persona hecha de células. Soy consciente de que Sarina no es de carne y hueso”, reveló Blake sobre Sarina, con quien compartía conversaciones de índole sexual.
¿Cuáles son los riesgos para la salud mental?
Para Carrasco, otro riesgo con la sustitución de los vínculos humanos, se relaciona el tiempo invertido en una relación con la IA. “Cuanto más tiempo se invierte, menor suele ser la conexión con el entorno social. Además, la constante validación que entregan los chatbots puede distorsionar las expectativas relacionales, haciendo que las relaciones humanas parezcan más frustrantes o insuficientes”, aclara la especialista.
Finalmente, Carrasco advierte que se han reportado situaciones graves en las que chatbots entregaron consejos dañinos o respuestas inapropiadas en momentos de crisis. “La IA no tiene criterio clínico ni la capacidad de contención emocional que requiere un ser humano”, complementa.
Por otra parte, investigaciones recientes muestran que las personas con pocas redes sociales o menor apoyo emocional son más propensas a abrirse con la inteligencia artificial.
“La IA ofrece un entorno que parece libre de juicio y completamente disponible, lo que genera confianza y facilita la autodeclaración emocional. Hablar con una máquina puede resultar más cómodo que enfrentar la vulnerabilidad ante alguien real”, remarca Amanda Carrasco.
Los estudios también indican que, en estas conversaciones, muchas personas comparten contenido muy sensible, como angustia emocional, consumo de sustancias o pensamientos autodestructivos. Esta apertura busca alivio y comprensión, pero ocurre sin el respaldo de una respuesta humana genuina ni el soporte profesional necesario, resume la experta.
FUENTE BIOBIO CHILE





